La historia de Maria Simona
¿Sabe cómo surgió el famoso turrón de España?
¡Gracias a Maria-Simona!

Y sí, María-Simona, una joven pastora valenciana de la provincia de Valencia en España. Esta joven de ojos fieros trabajaba con su familia en las montañas que dominan la llanura, cuidando las ovejas de su padre y algunas cabras en los alrededores de Jijona, un pequeño pueblo fortificado construido en la roca para protegerse de ataques e invasiones extranjeras.
Las piedras de las casas cambian de color con la luz a distintas horas del día, y los perfumes que flotan por las estrechas y sinuosas calles embriagan a los curiosos peregrinos que hacen el esfuerzo de subir la montaña hasta la iglesia, que domina un país inmenso y todavía salvaje: el rocío fresco de la mañana, la corteza y el musgo que despiertan y tiemblan, luego los bojes y alcornoques en el cenit del mediodía y, por último, el tomillo, el romero y las mil y una plantas aromáticas que han tomado el sol durante el día, liberando sus dulces y cálidos olores al mezclarse con el rocío del mar. El viento en esta región es tan indomable como las cabras que saltan de roca en pasto en las laderas de la verde montaña. Incluso se dice que te vuelve loco…
Un día de viento, María-Simona se escapa de los pastos, abandona su rebaño para correr ligera y discretamente entre los árboles, lejos de la mirada de su padre: va al encuentro de Diego, el apuesto soldado del pueblo, de piel besada por el sol y labios suaves y sensuales, que la alejará de las ovejas y de su trabajo cotidiano.
Tiene 20 años y el amor le da alas mientras se precipita por las sinuosas laderas bañadas por el sol… Se envuelve el pelo en un pañuelo negro y se sube las enaguas para no estorbarse mientras corre hacia los ojos oscuros del hombre que hace latir su corazón.
Por fin llega bajo el gran olivo centenario: Diego la espera, sonriente, con el pecho erguido y orgulloso como en la batalla. Y con la elegancia y la gracia de los nobles caballeros que dieron su vida por el rey Jaime I, la toma en sus brazos, la atrae hacia sí y la estrecha contra su corazón.
Deja caer la pequeña cesta de mimbre que contiene almendras recién secadas al sol y el pequeño tarro de miel de la abuelita. Feliza, para besarle, abandonándose en sus brazos apasionados. El sol inunda el valle y la hierba alta cobija los fogosos encuentros amorosos de los amantes a la sombra del viejo olivo.
Cuando Maria-Simona volvió a levantarse, se dio cuenta de que el tarro se había volcado en la cesta y que la miel se había derramado sobre las almendras. El sol y el calor han cristalizado la mezcla en una pasta blanda y dorada que ella se lleva a la boca: este batiburrillo es a la vez sorprendente y delicioso, tan suave como dulce, tan cremosa como crujiente, ,fundente pero firme. Todo un descubrimiento.
Y así, en 1835, nació el famoso touron de Maria -Simona. Dios creó la almendra, Maria-Simona le dio sus cartas de nobleza.
*Dado que el personaje de Maria Simona y las situaciones de esta historia son puramente ficticios, cualquier parecido con personas o situaciones que existen o han existido es pura coincidencia.